domingo, 1 de septiembre de 2013

Oblivion

Tom Cruise (Minority Report, La Guerra de los Mundos) regresa al cine de ciencia ficción para convertirse en el trasnochado héroe postapocalíptico de Oblivion, segunda película de Joseph Kosinski tras Tron Legacy.


Director: Joseph Kosinski
Guión: Karl Gajdusek, sobre la novela gráfica de Joseph Kosinski, revisado por Michael Arndt bajo el seudónimo de Michael deBruyn.
Estreno en España: 12 de abril de 2013
Duración: 124 minutos
Intérpretes: Tom Cruise, Andrea Riseborough, Olga Kurylenko, Morgan Freeman, Nikolaj Coster-Waldau, Melissa Leo.

Los héroes t
rasnochados están de moda. Quizás sea exagerado comparar (aún) a Tom Cruise con Arnold Schwarzenegger o Silvester Stallone en este aspecto, pero es indudable que la edad no perdona, por mucho que algunos se empeñen en negar la descarada evidencia. Y es que ver a Cruise, a sus 51 primaveras, intentando sacarse brillo junto a actrices 20 años más jóvenes, empieza a cantar un poquito. Esto, ya de inicio, le resta a la cinta no sólo química entre sus personajes, sino también credibilidad.

Joseph Kosinski, tras dirigir para Disney la secuela de la mítica Tron, tenía una única idea en su cabeza: adaptar a la gran pantalla su propia novela gráfica, escrita al alimón con Arvid Nelson. La compañía de ratón Mickey se hizo cargo del proyecto en un principio, con William Monahan como guionista. Sin embargo, ya sea por divergencias acerca del presupuesto o de la calificación por edades, lo cierto es que fue Universal Pictures quien finalmente se llevó el gato al agua.



Estamos ante una película con algo más que influencias del cine de ciencia ficción. La referencia scifinéfila más inevitable es El Planeta de los Simios, con esas zonas prohibidas o incluso esa estatua de la libertad semienterrada entre las rocas. También podemos trazar obvios paralelismos con Moon de Duncan Jones. Incluso con Independence Day en su desenlace. Nada nuevo bajo el sol. Ni bajo esa luna desintegrada que ya vimos en la moderna versión de La Máquina del Tiempo.

El ritmo es muy desigual, con eternas pausas demasiado parecidas a spots publicitarios, acompañadas de irregulares piezas musicales a lo Daft Punk, compuestas esta vez por M83. El metraje se alarga en exceso hasta superar las dos horas, dejándonos sin embargo inexplicables lagunas. El ejemplo más evidente es el grupo de resistencia liderado por Morgan Freeman y Nikolaj Coster-Waldau (el Jaime Lanister de Juego de Tronos), de quienes nos quedamos con ganas de saber muchas cosas más.



En vez de eso, se prefiere ir alargando, estirando y aplazando un desenlace que finalmente resulta de lo más convencional. Es posible que hayamos visto tantas películas de ciencia ficción, tantas realidades postapocalípticas, tantos mundos devastados, tantos alienígenas y tantos clones que la originalidad sea cada vez más difícil de lograr. O puede que haya que intentarlo con un poquito más de empeño.

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